Sonó la canción. Como un mantra, se apoderó de mis oídos. Sonaba lenta y perfecta. Era una bendición y una maldición. Me adentré en un mundo caótico de pesadillas del pasado. Me obligué a ser quien era durante unos instantes. Me odié a mí mismo, y después, sentí un amor incondicional.
Fragmento - Canción del Escritor sin Nombre II
Añadir comentario
Comentarios